domingo, enero 11, 2009

Ciencia y Fe: los relatos bíblicos de la creación


Daniel Iglesias Grèzes

Estimado RR:

No existe una discrepancia entre la ciencia y la fe cristiana en el tema que usted plantea [los relatos bíblicos de la creación del mundo], aunque sí entre la ciencia y una interpretación falsa de la Biblia, de corte fundamentalista.

La Biblia es un libro inspirado por Dios y por lo tanto enseña sin error la verdad. Pero, ¿de qué verdad se trata? Según la Iglesia Católica, se trata de la verdad religiosa que Dios ha querido revelarnos y transmitirnos para nuestra salvación.

La Biblia no es un libro de ciencia, aunque utilice los conocimientos científicos de la época en que fue escrita. Ni siquiera es propiamente un libro de historia, al menos en el sentido moderno de la palabra, porque su intención última no es enseñar historia, sino transmitir verdades religiosas manifestadas en la historia. Ya San Agustín (hacia el año 400) escribió que la Biblia no enseña cómo va el cielo sino cómo se va al cielo. Y el mismo Agustín vio que había pasajes de la Biblia que no debían ser interpretados de forma simple o directa, sino que tenían un significado simbólico.

Actualmente, después de siglos de estudios bíblicos profundos, se sabe que la Biblia no es un libro muy fácil de entender y que es necesario tener en cuenta el género literario y el contexto cultural de cada escrito para poder interpretarlo correctamente.

Por ejemplo, nadie diría que la parábola del hijo pródigo es falsa porque no existieron los protagonistas de la parábola ni los hechos narrados en ella. Se comprende fácilmente que una parábola es un género literario muy diferente de una crónica periodística.

Asimismo, los relatos de los primeros dos capítulos del Génesis son algo muy diferente de un texto científico. Transmiten verdades religiosas (Dios es el creador del universo, todo lo que Dios hizo es bueno, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios, etc.) por medio de narraciones que, aunque utilizan elementos míticos, están totalmente "desmitologizadas". La Biblia “desmitologiza” los elementos naturales (sol, luna, etc.) al negar que sean divinos y enseñar que todos ellos son obra de Dios.

La Iglesia Católica reconoce la legítima autonomía de la ciencia. Calcular la edad del universo es tarea de la astronomía y de otras ciencias, no de la teología. Interpretar auténticamente la Biblia no es tarea de la ciencia, sino de la teología de la Iglesia, que cuenta para ello con la asistencia del Espíritu Santo.

Un saludo cordial de
Daniel Iglesias

Mensaje enviado a la Pizarra de Religión de Starmedia el día 11/07/1999.

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