martes, mayo 19, 2009

Ecología y aborto (José Delicado Baeza)

Ese ser humano, que comienza por una sola célula, no es una larva de animal irracional. A los que sólo tienen ojos materialistas para contemplarlo, habría que decirles que la persona adulta está compuesta por 30 millones de millones de células. En el claustro materno -suponiendo que el hombre viva tres cuartos de siglo por término medio-, al permanecer tres cuartos de año, pasa el 1% de su vida. A partir de esa célula inicial, para llegar a esa “millonaria” adultez celular, se necesitan 45 multiplicaciones o generaciones celulares. Pues bien, 30 de esas divisiones celulares ya se han verificado antes de la octava semana de gestación y, al nacer, 41 de las 45 divisiones. Es decir, en el 1% del tiempo de nuestra existencia total, el 90% del desarrollo celular se ha realizado ya dentro del útero materno. Aparte están los datos biológicos de su evolución lineal, sin saltos cualitativos y, por eso, la conclusión de que se trata de un ser enteramente humano desde el inicio; datos a los que se añade la reflexión filosófica, que descubre una persona humana, y la teológica, que intuye su vocación como hijo de Dios. La conclusión inequívoca es que el aborto elimina vidas humanas inocentes e indefensas.

(…)

La reciente tragedia de la central nuclear rusa de Chernobil, con todo el significado potencial de amenazas que estas centrales comportan, es menos peligrosa para la vida humana que las legislaciones abortivas en curso.

“Así lo quiero, así lo mando; sustituya mi deseo a la razón.” Este principio del poder despótico puede tener ramificaciones, más o menos justificadas, en sociedades democráticas. Pero cuando se procede así, crujen los cimientos jurídicos en que está edificada esa comunidad sobre la que se toman tan arbitrarias decisiones. No lo duden. Por eso nos dijo el Papa en Madrid: “Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Se minaría el mismo fundamento de la sociedad.”

(José Delicado Baeza – Arzobispo de Valladolid, Conversaciones cristianas al caer la tarde. Apologética de hoy, Sociedad de Educación Atenas, Madrid, IV, 16, pp. 190-191).

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