domingo, junio 28, 2009

Galilea y la misión universal


Daniel Iglesias Grézes

“¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.” (Mateo 4,15-16; cf. Isaías 8,23-9,1).

En Nazaret de Galilea el Hijo de Dios se hizo hombre, encarnándose en el seno de la Virgen María, por obra y gracia del Espíritu Santo. Allí vivió Él, junto a su Santa Madre y a San José, su padre adoptivo, luego de su regreso de Egipto, durante su infancia y su juventud. A la edad de treinta años, según la tradición cristiana, Jesús de Nazaret dejó su ciudad y, después de ser bautizado por Juan en el río Jordán, comenzó a predicar la Buena Noticia del Reino de Dios por toda Galilea, enseñando en las sinagogas y curando a los enfermos y endemoniados. Jesús solía enseñar a orillas del mar de Galilea. Allí se encontró con Simón Pedro y Andrés, Santiago y Juan, que eran pescadores, y los invitó a seguirlo.

En Galilea transcurrió la mayor parte de la vida pública de Jesús; y galileos fueron la mayoría de sus apóstoles y discípulos. Durante algún tiempo Jesús residió en Cafarnaúm, quizás en casa de Pedro. También las otras ciudades de Galilea (Betsaida, Corozaín, Genesaret, Magdala, Tiberíades, Caná, Naím, etc.) fueron testigos privilegiados de su misión de salvación.

Junto al mar de Galilea volvió a encontrarse Jesús Resucitado con sus apóstoles; y desde un monte de Galilea (según San Mateo) Jesucristo ascendió al cielo, después de dar a sus apóstoles su último mandato: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado.” (Mateo 28,19-20).

Por lo tanto, Galilea representa al mundo entero. Simboliza el encuentro con Jesús el Galileo y el punto de partida de la misión universal de la Iglesia fundada por Él. En esa pequeña región de población heterogénea Dios habló a los hombres de una manera nueva, por medio de su Hijo. Hacer de cada lugar una Galilea, es decir un espacio de encuentro con Cristo Redentor, es la tarea común a todos los cristianos. Asumimos ese compromiso confortados por la convicción de que Cristo está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo. En ese espíritu trabajemos, en la medida de nuestras posibilidades, por el crecimiento –en la fe y el amor- de la comunidad católica, para mayor gloria de Dios y bien de los hombres.

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