jueves, setiembre 10, 2009

Un encuentro con Dios


Daniel Iglesias Grèzes

Breve reseña del libro: André Frossard, Dios existe. Yo me lo encontré, Ediciones Rialp.

Dios quiere la salvación de todos y, de muchas maneras, busca cada día el encuentro con cada uno de nosotros. En algunas ocasiones, el encuentro con Dios en Cristo ocurre de manera súbita, con la fuerza de un rayo: una luz venida del cielo derribó a Saulo en el camino de Damasco (Hechos 9,3ss). Ese encuentro con Cristo resucitado convirtió al fariseo Saulo –perseguidor de los cristianos- en el Apóstol San Pablo.

Este libro de André Frossard, magníficamente bien escrito, es el conmovedor testimonio de una conversión instantánea. El autor narra con fineza y ternura la historia de su vida: educado en el ateísmo (“Éramos ateos perfectos, de esos que ni se preguntan por su ateísmo”), a los veinte años Frossard encontró bruscamente a Dios “en una dulce y silenciosa explosión de luz”, cuando entró, para buscar a un amigo, a un templo católico de París. Ese encuentro operó en él una transformación espectacular: el muchacho insolente y rebelde se volvió un ser alegre, dulce y asombrado. Frossard nos dice en este libro, con la misma sorpresa del día de su conversión: “Dios existe, yo me lo encontré”. Mucho más que estar seguro de la existencia de Dios, le costó acostumbrarse a que Dios existía.

En el comienzo y en el centro de la vida cristiana está un acontecimiento: el encuentro con Cristo. Escuchemos a Frossard contar la forma que revistió ese encuentro en su caso:

“Estamos a 8 de julio. El verano es magnífico… No tengo penas de amor… No tengo angustias metafísicas… En fin, no siento curiosidad alguna por las cosas de la religión, que pertenecen a otra época.

Son las cinco y diez. Dentro de dos minutos seré cristiano.”

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